¡Oh madre mía amorosa!
cuanta esperanza te daba,
cuanto en tu pecho bebía
el néctar que me brindabas
y en tus faldas me dormía.
Era tu amor tan inmenso
que alzándose desde el suelo,
hasta los cielos llegaba
implorando con su anhelo
el bien que me deseabas.
Más en un día muy negro,
negro como el dolor,
tragó el sepulcro su anhelo
y se acabó aquel amor,
dejándome el desconsuelo.
Desde entonces ambiciono
llorando la suerte ajena
de los que tienen su madre,
tan cariñosa, tan buena,
junto al amor de su padre.
cuanta esperanza te daba,
cuanto en tu pecho bebía
el néctar que me brindabas
y en tus faldas me dormía.
Era tu amor tan inmenso
que alzándose desde el suelo,
hasta los cielos llegaba
implorando con su anhelo
el bien que me deseabas.
Más en un día muy negro,
negro como el dolor,
tragó el sepulcro su anhelo
y se acabó aquel amor,
dejándome el desconsuelo.
Desde entonces ambiciono
llorando la suerte ajena
de los que tienen su madre,
tan cariñosa, tan buena,
junto al amor de su padre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Publicar un comentario